sábado, 28 de abril de 2012

2,1-15.

              1Por tu parte habla de lo que es conforme a la enseñanza sana. 2 Di a los ancianos que sean juiciosos, respetables y sensatos, que estén saludables en la fe, en el amor y en la paciencia. A las ancianas lo mismo: que sean muy devotas en el porte, que no sean chismosas ni se envicien con el vino; 4han de ser maestras en lo bueno y aconsejar a las jóvenes que quieran a sus maridos y a sus hijos, 5que sean sensatas y púdicas, que cuiden de la casa, que sean bondadosas y dóciles a los maridos, para que no se desprestigie la buena noticia.
                   6A los jóvenes recomiéndales también que sean sensatos, 7presentándote en todo como un modelo de buena conducta. 8Cuando enseñes, que se veas tu integridad y seriedad, con un hablar bien fundado e inatacable, para que la parte contraria se abochorne no pudiendo denigrarnos en nada.
                   9Los esclavos, que sean sumisos a sus amos y que procuren dar satisfacción en todo; 10que no sean respondones ni sisen; al contrario, muestren completa fidelidad y honradez y hagan honor a lo que Dios nuestro Salvador nos enseña.
                   11Porque el favor de Dios se hizo visible, trayendo salvación para todos los hombres; 12nos enseñó a rechazar la vida impía y los deseos mundanos, y a vivir en este mundo con equilibrio, rectitud y piedad, 13aguardando la dicha que esperamos: la venida de Jesús Mesías, gloria del gran Dios y salvador nuestro, 14del que se entregó por nosotros para rescatarnos de toda clases de maldad y purificarse un pueblo elegido, entregado a hacer el bien. 15De esto tienes que hablar, animando y reprendiendo con autoridad; que nadie te mire por encima del hombro.

EXPLICACIÓN.

1-15.          Tito debe defender a la comunidad insistiendo en la doctrina conocida; la enseñanza sana parece reducirse a una ética (1), de ahí las normas de conducta; pero éstas no conciernen aquí a los miembros de una familia (cf. Col 3,18), sino a diferentes sectores de la comunidad, a los que se pide una conducta respetable (2-10). En esta carta, el motivo para la moralidad cristiana no es el impulso del Espíritu (cf. Gál 5,25s), sino el favor de Dios hecho visible en Jesús, maestro de conducta moral, y la esperanza de su venida (11-13). Frutos de la muerte de Jesús (14); purificarse un pueblo elegido; se concibe a la iglesia como un nuevo Israel (cf. Éx 19,5; Dt 14,2; Ez 37,23).

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